Han pasado ya varios años desde el estreno de la telenovela cubana “El balcón de los helechos”, pero su temática sobre las complejidades del amor y las relaciones de pareja sigue tan vigente como entonces.
Dirigida magistralmente por Armando Toledo y con un guion profundo de Gerardo Fernández García, esta producción abordaba con gran sensibilidad la historia de Alberto García Cruz, un destacado profesor universitario interpretado por el gran Roberto Perdomo.




Lo más destacado de la trama era cómo exploraba la psicología de Alberto a través de sus tres grandes amores. Su primera esposa Nora, tan idealizada y cuya trágica muerte prematura lo dejó completamente desolado e impotente sexualmente. Luego Carmen, una bella artesana a quien intentó moldear sin éxito a la imagen etérea de Nora. Y finalmente la sensual Verónica, una mujer madura pero llena de vida que logró devolverle apasionadamente la virilidad que creía perdida.
Cada una de estas relaciones reflejaba matices diferentes del amor, la devoción, la lujuria y la pérdida. Los guionistas supieron crear mujeres tridimensionales con agencia propia más allá de ser objetos para examinar la psiquis de Alberto. Carmen especialmente lograba transmitir sus propios anhelos y frustraciones en la relación.
El desenlace, con Alberto finalmente madurando y retomando su relación con Carmen desde un lugar de mayor comprensión, se sentía profundamente realista y humano. Un final agridulce apropiado para una historia tan rica en matices sobre las complejidades del amor.
Por supuesto, gran parte del éxito de “El balcón de los helechos” se debió a su elenco estelar. Actores de la talla de Susana Pérez, Roberto Perdomo, Maribel Reyes, Alain Chaviano, María Teresa Pina, María Teresa Vega, Herón Vega, Irela Bravo y Jorge Luis García, entre otros, le dieron vida de forma magistral a esta historia. Sus matizadas actuaciones exploraban todas las dimensiones de sus personajes, desde la pasión hasta el dolor, la ternura y la frustración. Ver a estos talentosos actores cubanos interpretar toda la gama de emociones humanas en pantalla fue, sin dudas, uno de los grandes aciertos de esta producción.
La fotografía capturaba una amplia gama de locaciones de forma cálida e íntima. Y la música de Liuba María Hevia lograba una banda sonora emotiva que nos envolvía como televidente en el drama de cada episodio.
“El balcón de los helechos” abordaba con gran sensibilidad temas universales que aún conmueven. Esta rememoración pretende hacer justicia a una gran obra de la televisión cubana que merece ser recordada y revalorada. Su narrativa matizada y ejecución magistral la establecen como una telenovela que trascendió su época.
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