Por: Ashly Medina (Ashly, la novelera de Cuba)
La telenovela “El Derecho de Soñar” nos hace reflexionar sobre una diversidad de problemáticas de la sociedad cubana actual. Dentro de ellos, la emigración, un fenómeno mundial del cual no estamos ajenos.
Hemos visto cómo la mamá de Daniela tuvo la necesidad de viajar a España para cuidar de su hermana enferma.
También hemos vivido el sufrimiento de Vivían al haber criado sola a su hijo tras el abandono del padre del menor, que se fue a vivir a Canadá. Y por si esto fuera poco, ahora Richard, deslumbrado por un posible futuro mejor e ilusionado por convivir con su papá, piensa emigrar lejos de su madre.
En más de una ocasión, hemos escuchado a Frank, el trabajador de la emisora, hablar de los que se fueron y los que se quedaron.
Mientras que Yasmany ha puesto en su audiovisual todas sus esperanzas para que se le otorgue una beca o un contrato de trabajo fuera del país.
Y es que así vivimos por estos tiempos: la emigración va dejando tras su paso un estrago en las familias, los centros laborales y la sociedad cubana de manera general.
La verdad es que unos se van buscando una felicidad que acá no encontraron, mientras que otros lo han hecho para llevar una vida más cómoda.
Con la “ida” de algún amigo o familiar, el primer impulso es criticar el “materialismo” que lo llevó a marcharse, al preferir una mejor casa y un carro por encima incluso de sus familiares, como al parecer lo hizo Raúl, el padre de Richard.





También sucede que cuando se marcha alguien muy querido, lloras y lloras mucho, porque no te lo esperabas o no te preparaste para ese momento, como le ha pasado a Daniela.
Y qué decir cuando eres de esos que ya se han adaptado a que varios amigos, compañeros de trabajo, familiares y conocidos se hayan largado y muy dentro de ti revives a cada rato las historias de complicidad y los hermosos momentos juntos, pero te queda eso de que tú eres el que está aquí, haciendo tu trabajo lo mejor que puedes y viviendo tu día a día con las ganas de dejar una huella tras tu paso por la vida, tal y como le sucede a Frank.
Y está Yasmany, que estudió y se convirtió en un profesional, pero al no alcanzarle sus ingresos, necesita trabajar en una cafetería por las tardes, mientras busca opciones para ganarse una beca o un contrato de trabajo fuera del país y tener una mejor vida.
No tengo dudas de que emigrar es una decisión personal, muchas veces muy difícil para muchos, a la ligera para otros… ¡pero se deja mucho atrás!
Daniela no sabe ni cuidar bien de su hermanito, mientras que Richard creció sin una figura masculina que lo educara en el respeto y sin malas crianzas. Frank se cree el mejor trabajador por el solo hecho de ser de los que está y Yasmany espera un milagro divino desde el facilisimo.
Cada cual tiene en esta vida sus luces y sombras, hay quien aspira a irse y otros defienden la idea de quedarse. La verdad es que emigrar es la desdicha de unos y el bienestar de otros, y en “El Derecho de Soñar” nos muestra varias de sus aristas.
Ashly Medina Martínez, graduada en Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad de Las Villas Martha Abreu, y novelera por excelencia. Con su sólida formación académica y su pasión por las telenovelas, Ashly se une a nuestro equipo en CubaActores para ofrecer sus excelentes comentarios y análisis sobre la telenovela cubana.
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