Por: Ashly Medina (Ashly, la novelera de Cuba)
Cuando una telenovela como Asuntos Pendientes llega a su final, después de seis meses de tensiones, conflictos y expectativas, lo primero que nos viene a la mente es preguntarnos: ¿Se resolvieron todos esos asuntos?
Recordemos que la historia central de esta novela giró en torno a la vida de tres mujeres que, desde diferentes puestos de trabajo, se enfrentaron a un ambiente hostil y machista en entornos dominados por hombres: Rebeca (Yía Camaaño), Adriana (Flora Borrego) y Patricia (Belissa Cruz).
El conflicto principal tuvo que ver siempre con las mujeres que asumen cargos directivos y la manera en que se enfrentan a la sociedad y a la familia. Además, se mostró en la telenovela la falta de entendimiento, la resistencia que ofrecen algunos subordinados cuando son dirigidos por féminas y otros obstáculos.
Ahora, que llegó el final, nos ha quedado el sinsabor de no haberle podido arreglar la vida a todos los personajes y poder decir, como en las películas de Disney… ¡y vivieron felices para siempre! Pero como la vida no es un cuento de hadas, el final de Asuntos Pendientes tampoco lo fue.
Después de 80 capítulos que lograron cautivar a un público tan exigente como lo es el cubano, hagamos un breve recorrido por los asuntos pendientes, los resueltos y los que, a mi modo de ver, quedaron a disposición de la imaginación de los televidentes.

Partamos del hecho de que los personajes son seres humanos que se equivocan, se reinventan, tienen desafíos, aspiraciones y problemas personales.
Rebeca, como personaje protagónico, demostró que con la voluntad, el ejemplo personal y el apoyo leal de sus familiares y amigos, una mujer preparada es capaz de asumir cualquier responsabilidad. Se mostró que no importa si hay traiciones, acoso e incomprensiones cuando uno tiene un propósito y una meta en la vida. También se demostró que cuando en el amor se cierra una puerta, siempre aparece alguien abriéndote una ventana. Y, sobre todo, Rebeca fue el modelo ideal de crecimiento profesional. Por tanto, ese fue un asunto que no quedó pendiente.
Un tránsito favorable tuvieron los personajes como Patricia, que logró superar sus traumas; Alicia, que sacó a su hijo adelante estudiando y trabajando; Isabel, que asumió sus errores y redireccionó sus aspiraciones y motivaciones personales y profesionales; Diego, que dejó la Universidad asumiendo el riesgo que eso implicaba en su entorno familiar y se dedicó a hacer algo que le apasionaba; Adriana y Bruno, que crecieron en lo personal y profesionalmente, abriéndose paso en la vida desde el trabajo honesto y la humildad.
Cristina abrió las puertas de su corazón a un padre ausente y perdonó la actitud egoísta de su madre, dándole un valor importante a la familia como célula fundamental de nuestra sociedad. Marina fue capaz de perderle el miedo al dolor y abrirse a un nuevo amor. Me refiero a Salvador, porque Rolando fue esa persona que la ayudó a sanar sus heridas para luego volver a volar. Y, claro, el romance con el zapatero es uno de los asuntos que quedaron a disposición de la imaginación de los noveleros.
Como lo fue también el asunto entre Senen, Belkis y Edith, aunque estos personajes brindaron mucho amor y apoyo a Patricia, siendo, a mi consideración, sus roles fundamentales en esta novela.
Los villanos también dejaron sus asuntos resueltos, aunque asumiendo las consecuencias de sus actos. Gerardo perdió a Regina y le tocó asumir la crianza de un bebé con cuidados especiales, por lo que tuvo que dejar a un lado su egoísmo y su autosuficiencia para ser ayudado por aquellos que un día humilló, ofendió o traicionó. Cosme, ciertamente, no fue a la prisión y conservó su puesto y su libertad, pero destruyó la armonía familiar y perdió el control de todos bajo su imperio. Claro que Miranda no logró emanciparse, siendo ella uno de los personajes femeninos que no se liberó, una realidad que hoy nos golpea como sociedad. Víctor y el Nene cumplen sanciones penales por sus crímenes.
Este no fue el típico final, pero sí fue un cierre real, con mucho apego a una sociedad a la que también le quedan asuntos pendientes, donde muchas mujeres tienen que lidiar con todo tipo de obstáculos, donde se mira con recelo a aquellos que quieren reinsertarse en la sociedad, o existen traiciones, reencuentros, decisiones erróneas y segundas oportunidades.
Ashly Medina Martínez, graduada en Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad de Las Villas Martha Abreu, y novelera por excelencia. Con su sólida formación académica y su pasión por las telenovelas, Ashly se une a nuestro equipo en CubaActores para ofrecer sus excelentes comentarios y análisis sobre la telenovela cubana.
Fotos: RRSS
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