Fotos: Néstor Martí
Bajo la acogedora iluminación de La Guarida, uno de los rincones más emblemáticos de La Habana, se llevó a cabo una celebración que trascendió las barreras del tiempo, evocando la magia de una película que marcó la cinematografía cubana: «Fresa y Chocolate». El escenario escogido, «La Guarida de Diego», más que un lugar, un personaje más en la historia, se erigió como el entorno perfecto para conmemorar las tres décadas de este filme icónico, una de las joyas más preciadas del cine cubano.
«Fresa y Chocolate», dirigida por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, es una obra maestra que trasciende su valor cinematográfico al desentrañar las complejidades profundas de la sociedad cubana. Estrenada en 1993, la película se convirtió en un hito cultural al desafiar audazmente los tabúes arraigados y al ofrecer una mirada valiente a las tensiones sociales y políticas de la época.
La importancia de la cinta radica en su capacidad para explorar temas sensibles y controversiales, como la discriminación, la diversidad sexual y las tensiones ideológicas, a través de la improbable amistad entre Diego y David. La trama no solo proporciona una reflexión sobre las diferencias individuales, sino que también sirve como un espejo crítico de la sociedad cubana de ese momento.
El elenco de «Fresa y Chocolate» se destacó por la brillante interpretación de talentosos actores, entre los cuales se encuentran figuras prominentes como Jorge Perugorría (Diego) y Vladimir Cruz (David). La química palpable entre estos dos protagonistas fue esencial para la autenticidad y profundidad de la película. Además, actuaciones destacadas de Mirta Ibarra como Nancy y Francisco Gattorno como Miguel añadieron capas de complejidad a la trama. Es fundamental reconocer también el aporte de Joel Angelino y Marilyn Solaya a este elenco estelar.
La velada quedó impregnada de risas y una energía contagiosa, cortesía de la brillante puesta en escena de «El Velorio de Rocco», una obra dirigida con maestría y protagonizada por Patricia Rodda, quien compartió el escenario en esa ocasión con Arianna Delgado y Doreen Granados. La adaptación magistral de Patry al texto original «Good Bye Rocco» de Jorge Perugorría y Juan Carlos Tabío regaló momentos hilarantes que capturaron a la perfección la esencia misma de la película que estábamos celebrando.
El maestro José María Vitier tomó el escenario, regalándonos una interpretación impecable de la pieza principal de Fresa y Chocolate. Su música llenó el espacio, transportándonos de vuelta a los momentos más intensos y conmovedores de “Fresa y Chocolate”, como un recordatorio de la inmortalidad del arte.
El homenaje visual también estuvo presente con una exposición del renombrado artista Esterio Segura. Sus obras, como siempre, proporcionaron un trasfondo que se entrelazaba perfectamente con la temática y el espíritu de la película.
La noche continuó con la proyección de “Silencio… se filma Fresa y Chocolate» de la talentosa realizadora Rebeca Chávez. Este documental nos llevó detrás de cámaras, revelando secretos y anécdotas de la filmación. Los presentes se sumergieron en la historia detrás de la historia, profundizando su aprecio por la esta cinta que ha perdurado a lo largo del tiempo.
Entre los asistentes se encontraban rostros familiares, tanto del elenco como de aquellos que hicieron posible la realización de esta obra maestra del cine cubano. La atmósfera estaba cargada de nostalgia y agradecimiento, cada uno compartiendo sus recuerdos y experiencias durante la creación de este legado cinematográfico.
La celebración del trigésimo aniversario de Fresa y Chocolate en La Guarida no solo fue un recordatorio de la importancia cultural de la película, sino también un testimonio del impacto que ha tenido en la sociedad cubana. En ese rincón mágico de La Habana, La Guarida volvió a ser un refugio, como lo fue hace 30 años para Diego, un lugar donde un grupo de amigos celebró y rememoró algo tan inmenso como lo fue Fresa y Chocolate.
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